Rompiendo obstáculos para la salvación

Cherry se convirtió en la ama de llaves de una familia misionera, ellos vivían en una gran nación budista. Ese fue el primer encuentro que tuvo Cherry con gente cristiana y fue la primera vez que escuchó el nombre de Jesús. Durante muchos años, ella se interesó mucho por el cristianismo, pero algo dentro de ella le impedía comprometer su vida a Jesucristo.

Cherry comenzó a participar de los estudios bíblicos semanales con los misioneros, y cierto día, mientras se reunían, surgió el tema de los espíritus malignos y fantasmas. Los misioneros explicaron que los fantasmas no eran espíritus de personas muertas, como muchos creían, sino que eran espíritus demoníacos que satanás enviaba para controlar a las personas mediante el miedo y las demostraciones de poder.

Ella se molestó y se mostró muy en desacuerdo. Dijo que sabía con certeza que los fantasmas existían, ya que su padre había muerto recientemente y su espíritu se le reveló. Su práctica diaria consistía en "alimentar" al espíritu de su padre a través de la meditación, a través del encendido de incienso y también dejándole comida en la urna de los espíritus que tenía en su casa.

Cierto día, Cherry experimentó un terrible dolor de cabeza y se dio cuenta de que había olvidado de "alimentar" a su padre. Ella corrió a su casa, hizo el ritual, y su dolor de cabeza desapareció de inmediato.  Los misioneros oraron por Cherry y la desafiaron a dejar de "alimentar" a su padre durante una semana y probar si Jesús era realmente más fuerte que los espíritus malignos que se hacían pasar por su padre. Ellos oraron intensamente durante esa semana y a la semana siguiente se reunieron y le preguntaron a Cherry, “¿Alimentaste a tu padre la semana pasada?”  “No”, respondió ella.  “¿Tienes dolores de cabeza?”, preguntaron.  “No”, respondió ella.  “¿Estás lista entonces para entregar tu vida a Jesús?”, preguntaron.  “Sí”, respondió ella, luego de esta experiencia, oró Cherry con los misioneros para recibir a Jesucristo como su único Señor y Salvador.

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LA HISTORIA DE PONG "MI VIDA EN EL MONASTERIO ES PARA MAMÁ”