Sanidad en las Montañas
Solo un día más y su pequeño habría muerto.
Por nueve millas, el ansioso padre llevó a su hijo de cinco años gravemente quemado. El camino de montaña era arriesgado, pero el tenía la esperanza de que nuestro equipo médico visitante pudiera salvarlo. Cuando lo vimos por primera vez, el niño se estaba muriendo, su brazo escaldado tenía costras y supuraba mucha infección. Al limpiar y vendar rápidamente la herida, nuestro equipo estuvo de acuerdo en lo siguiente: si el padre hubiera esperado un día más, la gangrena habría matado al niño.
Estábamos felices de participar en la salvación de esta pequeña vida, pero también queríamos desesperadamente oportunidades para compartir el evangelio con los grupos étnicos nunca alcanzados en la región.
Sabíamos que sería difícil. El gobierno comunista le dio permiso a nuestro equipo para traer útiles escolares y tratamiento médico a esta área solo una vez al año. Los escoltas oficiales nos seguían a todas partes para asegurarse de que no tuviéramos la oportunidad de evangelizar.
Dos días después, quedó claro que Dios había sanado milagrosamente al niño. Sorprendentemente, sus quemaduras habían sido reemplazadas por una nueva piel rosada y saludable. Dios no solo lo arrebató de la muerte y sanó su brazo, sino que también abrió los ojos espirituales del padre. El era un budista tradicional que invocaba la adoración de los antepasados y el sacrificio de animales a los espíritus de la tierra. Esto lo hacía bajo una fachada de prácticas budistas.
Luego, por un breve momento mientras los escoltas estaban afuera, Dios abrió las puertas para que compartiéramos el evangelio. Le explicamos que nuestro Dios es tanto Sanador como Salvador. Este padre tuvo que procesar muchas cosas; nunca antes había escuchado el nombre de Jesús y una luz brilló en sus ojos cuando reconoció que creía en El, porque solo el Dios verdadero podía haber sanado a su hijo.
Actualmente planeamos una caminata de oración por su región y esperamos poder ubicarlo. Deseamos ayudar a este padre y a su familia a crecer en su nueva fe en el Dios que sana.
- Carta de un obrero intercultural en el mundo budista