El poder de una pequeña semilla
Años atrás me encontraba con algunos estudiantes del Instituto Bíblico en el noreste de Tailandia.
Estábamos repartiendo literatura cristiana a dueños de comercios y a clientes en el mercado de una ciudad.
Entramos en un salón de belleza donde se encontraba la dueña del local con un cliente. No quisimos molestarlos, simplemente dejamos el material en un mostrador y les dijimos: "Dios te bendiga".
Ya habíamos salido del lugar y estábamos caminando por la calle cuando la propietaria literalmente corrió detrás de nosotros diciendo: "¡He estado esperando que alguien me hable sobre esto desde que tenía ocho años!"
Cuando ella tenía ocho años, alguien había pasado por su ciudad repartiendo porciones de la Biblia. Cuando le entregaron un folleto a su padre, él lo tiró inmediatamente y dijo: "Somos tailandeses, somos budistas". Pero por alguna razón, esta niña de ocho años sintió que debía ser importante y lo sacó de la basura. Lo guardó y lo leyó a lo largo de los años. Increíblemente, ella todavía conservaba el libro! Lo sacó de su vitrina en el salón y nos mostró el material. Era el libro de Eclesiastés.
Ella nos dijo que había creído en Dios desde entonces y siempre le pedía que le enviase a alguien que pudiera explicárselo con más detalle. Casi 20 años después, tuvimos el gran privilegio de ser nosotros los que la llevásemos a los pies de Jesucristo para que establezca una relación con él y conozca más profundamente a este Dios sobre el que había estado leyendo toda su vida.